Actions

Work Header

Rating:
Archive Warning:
Category:
Fandoms:
Relationship:
Characters:
Language:
Español
Stats:
Published:
2020-05-06
Completed:
2020-05-18
Words:
17,275
Chapters:
13/13
Comments:
23
Kudos:
25
Bookmarks:
1
Hits:
394

Céline y Adèle

Chapter Text

Noémie y yo estábamos en la cama haciendo piececitos cuando llegó Adèle. Fui a levantarme, pero ella me agarró del brazo y negó con la cabeza.

– Es mejor que se entere ya.

Me quedé mirándola preguntándome si lo tenía preparado. “Que se entere ya”... ¡De esta manera! Pero no podía decir nada.

Adèle tenía llave, pero ella no me lo había dicho. Por otro lado, ¿por qué no va a tener llave?

Escuchamos sus pasos hasta la habitación. Abrió la puerta y se asomó.

 

Era 26 de diciembre. Se suponía que estaba de visita en casa de su familia. Le había pedido a Noémie que fuera con ella, pero se negó.

– ¿Por qué no vas?, le pregunté. Estaba realmente intrigada.

– Porque no quiero que se acostumbre mal.

Porque no quería que se acostumbrase a tener todo lo que pedía, incluso si ella había aceptado ir a ver a su familia. Me pareció un argumento extraño.

– Y me lo ha pedido solo porque yo se lo pedí a ella.

No me atrevía a decirle lo que pensaba, pero su relación se estaba construyendo sobre una especie de guerra táctica que no me gustaba. Ella me preguntó:

– ¿Qué piensas?

Me encogí de hombros.

– No. Dime qué piensas.

– Me pregunto si yo te pido cosas que no me das porque tienes algún plan de contraataque.

– No te obsesiones, me dijo.

Hablábamos mientras me acariciaba con un dedo, así que yo estaba a punto de dormirme o de reírme todo el tiempo.

– ¿Quieres dejar de hacer eso?

– El qué, protestó.

Nos miramos a punto de reírnos o pelearnos o hacer el amor.

– ¿Quieres que te lo haga yo a ti?

– El qué.

– Estás haciéndome cosquillas.

– Qué bonito, dijo.

– El qué es bonito.

– Este lunar que tienes aquí.

Y me lo besó. Ella hacía esas cosas que me derretían.

– Voy a decirte algo.

– A ver qué.

– Necesito contártelo, pero no me interrumpas, ¿vale?

Era mi manera de crear la atmósfera adecuada para la confesión que necesitaba hacer.

– Nunca me había sentido tan deseada como ahora.

Ella estaba ahora dándose cuenta de la dimensión de mi relación con Adèle.

– Me sentía querida y me sentía agradecida, esos dos sentimientos han definido mi relación con Adèle. Y era todo lo que existía. Pero llegaste tú y ahora siento que de algún modo aquello no estaba bien, no era sano.

Ella seguía escuchándome, mirándome atentamente con sus ojos grandes y serios.

– Así que no sé cómo comportarme con Adèle. No sé si voy a poder volver a hacer un trío con ella. Me siento como estafada.

Ella seguía en silencio. Incluso después de hacer yo una pausa larga.

– Ya sé que no me debe nada, que fue el tipo de relación que construimos ella y yo, y que yo consentí que todo eso ocurriera. Supongo que, antes, sentirme deseada no era una prioridad, fue algo que dejé yo misma en segundo plano, pero ahora que te he conocido tengo la urgencia de vivir esta pasión y lo demás no me importa. He tratado de imaginar un trío y no puedo. Siempre siento celos. Así que no quiero seguir con esto.

Ella estaba contrariada, ahora tenía la mirada perdida.

No dijo nada durante un rato. Yo ya estaba acostumbrada, aceptaba aquellos silencios no como oposición, ni como indiferencia, sino como algo suyo, que me gustaba cada vez más.

Entonces, por fin dijo:

– Antes no podía disfrutar de esta relación, me sentía insegura, me faltaba algo. Me faltaban caricias y atenciones, quizá. Me faltaba tu dulzura, tu paciencia. Contigo puedo conversar, porque me das espacio para hablar y no me juzgas. Contigo tengo un amor sereno, pero estoy loca por ella, esa es la verdad. Siento verdadera pasión por Adèle.

Me miró con una intensidad que me dio vértigo.

– Quédate.

 

Y escuchamos la llave en la puerta.

Yo me había tapado la cabeza, pero Noémie me la destapó. Adèle dio unos pasos dentro de la habitación y se metió las manos en los bolsillos. Yo cerré los ojos.

– ¿No fuiste a ver a tus padres?, le preguntó Noémie.

Ella no respondió.

Aquel silencio me impresionó.

Adèle se dio media vuelta y se fue.

Cuando escuché la puerta. Me levanté de la cama y busqué mi ropa.

– ¿Adónde vas?

No dije nada. Seguí buscando mi ropa como loca. Ella se levantó y me persiguió.

– ¿Pero qué haces?

Me abrazó. No me abrazó, me inmovilizó. Teniendo en cuenta su tamaño y el mío esta es la palabra adecuada.

– Ven.

Yo me estaba haciendo pedazos literalmente, pero ella me llevó de nuevo a la cama y nos sentamos.

– Adèle tenía que saberlo y estábamos aplazándolo.

– ¿Querías vengarte?

– No. Solo quería que esto se terminara.

– ¿Y sabías que no estaba con sus padres?

– No.

Nos quedamos sin palabras.

– Quédate, me pidió.

– ¿Y Adèle? ¿No vas a hablar con ella?

– Yo no, ¿y tú?

No me esperaba esa respuesta.

– Tú también eres su pareja.

Era verdad.

– Te comportas como si hubieras entrado en esta casa por la ventana, pero entraste por la puerta.

La miré. Ella siguió:

– Tú también eres mi pareja y ella estaba fuera, no hacemos nada malo al vernos sin ella.

Suspiré. No era una mala teoría, al menos me consolaba.

– No te vayas, me suplicó.

– ¿Y ahora qué?

– Ahora seguiremos como siempre.

Cada cosa que ella decía me dejaba más boquiabierta.

– No sé por qué siento que he hecho algo malo.

Iba a seguir hablando, pero ella me cortó:

– Yo te quiero.

Decidimos ver una película y le mandamos un mensaje a Adèle para que viniera a ver la película con nosotras.

– “La doble vida de Verónica”, de Kieslowski.

Ella respondió:

– ¿Llevo algo para cenar?

– Tenemos de todo, escribió Noémie.

Y Adèle volvió a casa. Se quitó el abrigo y sonrió. Había estado llorando. Soy capaz de reconocer todos sus estados de ánimo, todo lo que pasa por su cabeza, todas sus expresiones. Esa mujer que traía cerveza y sonreía para borrar la tristeza de su rostro era la mujer de mi vida, para bien y para mal.

– Traje cerveza, dijo.

– Ya nos hemos dado cuenta, dijo Noémie, mirándola con orgullo.

Le hicimos un hueco en medio de nosotras dos y empezó la película.

 

31 de diciembre de 2019

Estamos en Val-d'Oise, vamos a celebrar aquí el Año Nuevo. Seremos unas veinte personas. Adèle, Noémie y yo hemos venido juntas. Los invitados van llegando y nos vamos mezclando con ellos, entablamos conversaciones con gente que queremos y hace tiempo que no veíamos. Hoy es un día realmente especial. Estamos separadas en diferentes grupos, cada una en una punta del salón, pero estamos juntas. En un momento dado, nuestras miradas se cruzan y nos lanzamos un beso.

Notes:

Queridos lectores:
Este es el final de esta historia. Tengo que destacar que es completamente ficticia, aunque seguro que ya lo saben, pero son exigencias del guion.
Ha sido un placer escribirla.
Amo a Céline, Adèle y Noémie, y espero que sigan juntas en el futuro 😉
Gracias por leerme.
aldeana