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Category:
Fandoms:
Relationship:
Characters:
Language:
Español
Stats:
Published:
2020-05-06
Completed:
2020-05-18
Words:
17,275
Chapters:
13/13
Comments:
23
Kudos:
25
Bookmarks:
1
Hits:
394

Céline y Adèle

Summary:

Esta historia es la continuación del fanfic Noémie y Adèle. Esta vez, desde la perspectiva de Céline, pero no solo la suya. Es un homenaje a Céline Sciamma y a Retrato de una mujer en llamas, que me han cambiado la vida.

Gracias por leer. Agradezco también tus comentarios.

Si te gusta, comparte! 🙃

P.S. There is an English translation (by Google): Céline and Adèle.

twitter: @aldeana74102066

Notes:

(See the end of the work for notes.)

Chapter Text

Adèle abre la puerta con su propia llave. Se quita el abrigo y me sonríe. Yo estoy en el sofá leyendo. Me quita el libro de la mano y recuesta su cabeza en mi regazo para que le acaricie el pelo.

– Estoy leyendo.

– Ya no.

Ríe divertida. Tiene esa risa tonta que no le pega nada.

– ¿Y Noémie?

– En casa. ¿Qué pasa, tengo que llevarla a todas partes?

– Hmmm.

Le acaricio el pelo. Ella cierra los ojos.

– Qué tal tus tics.

– Pues últimamente disparados.

– Ya me he dado cuenta. He estado viendo unos vídeos de entrevistas.

– ¿Y?

– Tienes ese tic con la lengua constantemente.

– Es por la entrevista en Mediapart. Me estoy volviendo loca.

– Ya no falta nada. Todo saldrá bien.

Nos quedamos en silencio un buen rato. Ella con los ojos cerrados. Observo su rostro, que he besado tantas veces. Y me cuenta que Noémie está empeñada en que vaya a su casa en Navidad.

– ¿Y vas a ir?

– No.

– ¿Por qué la haces sufrir?

Abre los ojos y me mira intrigada.

– No quiero conocer a su familia, su familia me odia y ni siquiera me conoce. ¿Te imaginas que llegue allí y ni me hablen?

– Claro que te van a hablar.

– Su padre... Me ha estado enseñando fotos de su familia. Su padre está en una silla de ruedas. Tuvo un accidente.

– Adèle.

– Qué.

– Yo estaba tan tranquila leyendo mi libro y ahora me cuentas la vida de Noémie, ¿cuándo vas a parar?

Ella ya no puede concentrarse en mis caricias, yo tampoco.

– ¿Cuándo voy a parar?

– Sí. Me dijiste: tengo que seguir mi camino. Pero no era cierto, sigues en mi vida. Vas y vienes de tu vida a la mía, y viceversa. Entras y sales cuando te da la gana. Tengo que decirte algo.

Parpadea sorprendida.

– He empezado una relación.

– ¿Un rollo?

– No es un rollo. Ella me gusta y quiero seguir viéndola y no puedes entrar tú de repente en casa cuando queremos intimidad.

– ¿Quién es?

– ¿Tiene alguna importancia ahora?

– ¿Me estás echando de tu vida?

– No te estoy echando de mi vida, solo digo que sería más fácil para mí si llamaras antes de venir.

Adèle se levanta del sofá, va al perchero y busca en el bolsillo de su abrigo. Saca mi llave de su llavero y la pone encima de la mesa. Se pone el abrigo y se va sin despedirse.

Me asomo a la ventana y la veo marcharse en su bicicleta dorada. Se me parte el corazón. ¿Cómo es posible que cada vez que la veo marcharse de casa se me parta el corazón como la primera vez?

 

Lunes 4 de noviembre de 2019, 18h

Falta una hora para que Adèle salga en la tele hablando de Ruggia. Noémie viene a ver la entrevista conmigo. Adèle no ha querido que la acompañáramos al estudio de televisión, ha ido con Marine.

– Estás helada. ¿Has venido en bicicleta?

Ella asiente. Apenas habla. Está en shock, igual que yo. No es que sea muy comunicativa, sospecho que ninguna de las dos dirá una palabra el tiempo que dure el programa, pero será una buena compañía. Se sienta a mi lado en el sofá.

– He servido algunas cosas para picar.

Señalo la mesa, la botella de vino, el queso, el pan. Pero no comeremos, no tenemos hambre. Noémie se sienta a mi lado. Hace un año y un mes que nos conocimos y ahora empiezo a verla de verdad. Creo que cuando hicimos la película no la veía en absoluto, solo me veía a mí misma. Ella hacía mi papel, el que yo habría hecho si hubiera sido actriz, representando mi propia vida, mi propia historia de amor. Era una carga muy grande, todo el tiempo me mostraba frustrada porque me parecía que ella no conseguía hacerlo como yo quería. No sé cómo pudo hacerlo la pobre. No sé cómo pudo expresar algo al final, con todo el peso que puse en sus hombros. Y Adèle... Adèle fue muy valiente en aceptar hacer de ella misma en la película porque ella sabía que era un homenaje a nuestra historia de amor, sabía de dónde había salido cada escena, ella tenía todas las referencias, todas las conversaciones que inspiraron los diálogos. ¿Y si no estaba de acuerdo con la manera en que representaba yo algo? Creo que se mantuvo al margen para no discutir, simplemente pasó por alto que era “nuestra historia”.

Estoy emocionada. Miro a Noémie, que se esfuerza por no chillar y salir corriendo. Igual que yo.

– ¿Te acuerdas de aquella escena que te hice repetir cuatro veces? Cuando bajaste a la playa corriendo para pedirle perdón a Héloïse.

Ella asiente.

– Dime la verdad. ¿Fue muy duro filmar la historia de amor de otras personas y tener que soportar mi mal humor? Lo digo porque en todas las entrevistas dices que fui muy amable y dulce.

– Y lo fuiste. Pero también eras exigente.

Se queda pensando. Noémie es de esa clase de personas que, si les das suficiente tiempo, te dice más cosas y más cosas, solo tienes que ser paciente, pero si la cortas, ya no te dirá lo que iba a decirte hace un momento. Ahora sé por qué la elegí, ahora que la conozco más y veo que su personalidad encaja exactamente con la primera idea que me hice de ella, al verla aparecer en el casting.

– ¿Te acuerdas en Nueva York, cuando dijiste que tu madre te había preguntado si no ibas a echar de menos a Adèle?

– Y yo respondí que decir a alguien te amo es algo que tiene futuro y que por eso no sentía nostalgia.

– Sí.

Noémie me mira con curiosidad. Sé que no es una persona que te pregunte sobre tu vida, sé que le ha costado mucho lanzarse a hacer esta pregunta.

– ¿Cómo lo haces? ¿Cómo es posible seguir amando a esa persona sin volverte loca, sin morir de pena? No sé... Perdóname. ¿Sabes? He bebido antes de venir. Una botella entera de vino.

– Wow!

La miro divertida.

– Solo quiero saber cómo es posible.

– Yo también. No. En serio. ¿Cómo es posible amar a Adèle cuando nuestra relación amorosa ha terminado? Menuda pregunta. Yo también me la hago a veces, no te creas. A veces estoy escribiendo algo y me paro porque me hago esta pregunta y no encuentro la respuesta, pero así y todo sigo amándola.

Ella está conmocionada escuchándome.

– ¿Recuerdas que en las entrevistas Adèle dice que se imaginó la última escena como si estuviera esquiando?

– Adèle es así.

– ¿Por qué es así? Si fuera nuestra historia de amor, me haría daño que hablara de la emoción del recuerdo como si fuera lo mismo que esquiar.

– Adèle no quiere sucumbir al sentimentalismo, tiene miedo de mostrar sus emociones cuando son muy fuertes.

– ¿Y estás segura de que para ella aquella escena significaba lo mismo que para ti?

– Estoy segura de que significaba mucho más que bajar un gran slalon.

Nos quedamos en silencio. Ella acepta por fin la copa de vino que le he servido. Me pregunto qué está pensando tan concentrada mientras toma el primer sorbo.

Se ha hecho de noche. La tele suena de fondo. Está a punto de empezar el programa.

– Tengo miedo, Céline.

– De qué.

– De que me deje.

– ¡Pero si estáis empezando!

– No sé qué estamos empezando. Es como si el tiempo se hubiera detenido.

– Porque tienes en la cabeza el modelo patriarcal.

– ¿Qué modelo patriarcal?

– Casarte, tener hijos. Entonces te parece que hasta que no tengas eso no tendrás nada.

– ¿Y es raro querer tener un futuro juntas, comprometerse?

– ¿Tener hijos es tener un futuro y comprometerse? Hay más cosas, te lo aseguro. Nosotras tenemos un futuro y no necesitamos ningún hijo.

– ¿Nunca has querido tener un hijo con ella?

– Sí, llegué a pensarlo, pero nunca sentí que no teníamos nada si no teníamos todas esas cosas. Al contrario, sentía que teníamos algo muy real, muy fuerte antes de pedirle que viviéramos juntas. Y aquí está la prueba.

Ella miró alrededor.

– ¿La prueba es que ahora vives sola?

– La prueba es que sigo queriéndola.

Creo que he dicho la última palabra. Bebo un sorbo de vino. En la tele aparece la cara de Edwy Plenel, el programa ha empezado.