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Language:
Español
Stats:
Published:
2020-04-09
Completed:
2020-05-02
Words:
31,605
Chapters:
26/26
Comments:
91
Kudos:
82
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2
Hits:
1,732

Noémie y Adèle

Chapter Text

Image

- ¿Puedo sacarte una foto?

- ¿Así?

- Sí. Quiero tener muchas fotos nuestras.

- ¿Te has cansado de pintar y te has pasado a la fotografía?

Ella está desnuda en la cama y yo de pie, la apunto con la cámara de mi móvil. Estamos en un hotel en Londres. Saco la foto y subo a la cama. Luego contemplo mi obra. Ella está mirándome con cara de desaprobación.

- Esta foto es una bomba, le digo.

Ella me quita el móvil.

- No quiero estar desnuda en tu móvil.

- ¿Por qué?

- Porque entonces cualquiera tendrá esa foto si te lo roban.

- ¡Oh, Adèle!

Me devuelve el móvil.

- Borra la foto.

Borro la foto y me quedo pensativa mirando al techo.

- No te enfades.

Se apoya en un codo y me observa.

- Dime qué te pasa. Te has puesto muy seria y no es por la foto.

Niego con la cabeza. No voy a decir nada. Ella sonríe y con un dedo, me acaricia las cejas, la nariz, las orejas.

- ¿Sabes qué vamos a hacer cuando volvamos a casa?, dice.

Sigo negando con la cabeza.

- Cuando volvamos a casa vamos a estar a solas tú y yo, y vamos a pasar el día leyendo y haciendo el amor. Son mis dos actividades preferidas. ¿Las tuyas también?

La estoy mirando enamorada.

- Tu actividad preferida es comer Chocapics, montar en bici y jugar al ping pong, no te hagas la interesante.

Entonces empiezo a meterme con ella. Me gusta hacerla enfadar.

- He visto una foto tuya leyendo en el metro. Tienes pinta de intelectual y te gustas. A eso me refiero. 

- Claro que me gusto.

- Dime la verdad, estabas posando para esa foto. Te hiciste ese moño y te pusiste a leer para volverlas locas.

- ¿Estás hablando en serio? ¿Y desde cuándo miras fotos mías en internet?

- También vi unos vídeos de cuando se estrenó Lirios de Agua.

- Oh.

- Sí. Qué joven eras. ¡Eras una niña! Y Céline está a tu lado y parece tu madre.

- Pero no se lo digas.

- ¿Te gustaban mayores?

Adèle se pone seria.

- Me gustaba ella.

- Pero te comprendo. Céline es una mujer muy interesante y divertida...

La estoy parafraseando y se da cuenta.

- No te burles.

Dejo el juego, pero ya es tarde. Me he pasado.

 

Después de Londres pudimos quedarnos en París hasta finales de octubre. Luego Adèle y Céline irían solas a Estocolmo porque yo tenía que quedarme preparando mi divorcio.

El 25 de octubre tenía que ir al Club de L'Etoile porque a las 20h había una proyección de Retrato con subtítulos para el público no francófono y después una ronda de preguntas y respuestas. Iría yo sola, ni Adèle ni Céline estarían. Nos habíamos repartido el programa para poder descansar un poco. Así que no podrían ayudarme con el inglés. En mi mente repasé las típicas preguntas y respuestas, y me puse nerviosa, como siempre.

Cuando salía de casa, me encontré con Simón en el portal.

- ¿Podemos hablar?

Me dio un vuelco al corazón. Le dije que tenía prisa.

- Puedo esperarte en la puerta del Club de L'Etoile y vamos a algún sitio a tomar una copa.

- ¿Para qué?

- Tú y yo estuvimos juntos tres años y desde que me dejaste solo he podido hablar contigo una vez.

No sabía qué hacer, y tal vez no tenía por qué huir de él todo el tiempo y podríamos hablar como adultos.

- Está bien, dije.

Podía haber enviado un mensaje a Adèle, pero pensé que no hacía falta, que solo estaríamos un rato y después de todo era cosa mía y no quería preocuparla.

A las diez y cuarto Simón estaba, como había dicho, en la puerta de L'Etoile y fuimos a un bar que él propuso.

- Me fijé en que ibas a ir sola a L'Etoile, dijo.

- Ya veo.

- Es que no tengo otra manera de quedar contigo.

- Me pegaste...

- Fue una reacción instintiva. Desesperada.

- No me digas que no te habías dado cuenta de nada.

Él se quedó en silencio. Claro que se había dado cuenta de que nuestro matrimonio no iba bien.

Insistí.

- Simplemente miraba a otro lado, como tú, respondió él.

Nos quedamos ambos en silencio. Quizá ya no había más que decir. Eché un vistazo a los demás clientes del bar y descubrí en un rincón a Adèle. Me cambió la cara y él se dio cuenta y se giró hacia donde yo estaba mirando. Se levantó y fue a su mesa.

Me quedé congelada, incapaz de reaccionar. Él llegó adonde ella estaba y le dijo algo. Ella lo reconoció, se levantó y le golpeó en la cara. Entonces él la agarró del brazo y dijo algo más, algo que duró demasiado.

Simón volvió a nuestra mesa. Todo había durado unos segundos interminables y yo seguía en mi asiento con cara de haber visto a un muerto. Adèle me vio y vino adonde yo estaba, me levanté y fui con ella. Pero Simón nos siguió. Por fin, el camarero le pidió que saliera.

Las amigas de Adèle me miraban con los ojos como platos.

- ¿Qué ha pasado?, preguntaban.

- Mi ex.

Fue todo lo que dije. No pidieron más explicaciones.

Adèle fue al baño y cuando volvió a la mesa quería acabarse su copa. Yo solo quería marcharme de allí.

- Deja que termine mi copa, me decía con la mirada.

Nos despedimos de sus amigas y volvimos a casa caminando. En silencio todo el camino.

Había sido una casualidad que nos encontráramos en aquel bar, había una probabilidad mínima de encontrarnos en París, pero sucedió. Me decía: no tenía que haber accedido a acompañarlo a ninguna parte, he sido una idiota. Iba pensando esto todo el camino. Miré a Adèle: Era inútil disculparse, ella no quería escucharme y no quería hablar.

Cuando llegamos a casa, se fue a la habitación y cerró la puerta. Yo me quité el abrigo y la gorra y me acosté vestida en el sofá. Me tapé la cara con las manos pensando en lo que acababa de pasar. Era posible que él la hubiera insultado delante de sus amigas, delante de todo el mundo, y por eso ella le había pegado. Yo no había podido oírlo, porque había demasiado ruido y su mesa estaba lejos.

Al día siguiente, Adèle apareció en la puerta del salón en camiseta y bragas. La miré. No habíamos dormido nada. Se metió en la ducha y me quedé pensando qué podía decir ahora para que no se enfadara conmigo. Pensé: solo tengo que esperar a que ella venga. Pero pasaba el tiempo y no venía y yo estaba desesperada, se me saltaban las lágrimas y empezaba a tener ansiedad. Me puse un cojín en la cara y empecé a contar.

Ella apareció y me quitó el cojín.

- ¿Cómo se te ocurre...?

Me tapé la cara con el brazo y seguí contando mentalmente. Pero ella me retiró el brazo.

- ¿Quieres volver con él?

Yo estaba llorando y ni siquiera podía hablar.

- Contesta.

Entonces se dio cuenta de que me faltaba el aire y se acostó a mi lado y me abrazó muy fuerte. Estuvimos así un buen rato, hasta que me calmé.

- No tengo por qué huir de él ni sentirme perseguida. Solo quería dar la cara.

Ella no dijo nada.

Pasamos el día durmiendo y luego vi que se ponía a leer sus ensayos. Yo tampoco quería salir de la cama.

- ¿Me lees algo?, le pregunté.

- Está bien.

Me leyó algo un poco largo. Cuando terminó me preguntó mi opinión.

- No he entendido una palabra. Solo quería escuchar tu voz.

Se me quedó mirando.

- ¿Sabes qué?

- Qué.

- Empiezo a imaginarme a una pequeña Noé correteando por la casa.